Formación permanente
Nuestra Congregación, teniendo en cuenta la exigencia de fortalecer la identidad de nuestra familia carismática, después del concilio Vaticano II ha hecho un largo camino en la toma de conciencia, sobre la finalidad e importancia de la formación permanente para la vida de cada hermana a partir de la profesión perpetua.
La formación permanente en nuestra congregación, es de vital importancia para alimentar y renovar el amor que nos impulsó a consagrar la vida al seguimiento de Jesús y pretende impulsar el desarrollo integral y armónico de cada hermana hacia la madurez, a fin de que consolide su propia vocación, asimile y recree el carisma de la Congregación, aprenda a interpretar los acontecimientos y cambios personales e históricos a la luz del evangelio y del carisma y llegue así, a ser mujer que testimonie con claridad el amor providente, bondadoso y misericordioso del Padre.
La conciencia de estar en continua formación es muy importante en nuestra vida de Carmelitas del Sagrado Corazón, en la que somos llamadas a aprender de lo cotidiano de la vida y de la propia realidad personal, para dejarnos formar a lo largo de toda nuestra existencia por las manos amorosas del Padre, en una constante apertura a cambios e imprevistos que exigirán mayor atención a nuestro proceso de crecimiento humano-espiritual.1
Por tanto, la formación permanente abarca y compromete toda la vida de cada hermana Carmelita del Sagrado Corazón, desde la profesión perpetua hasta el final de su existencia. Exige de cada una, estar en continuo proceso de búsqueda, revisión, oración y discernimiento para que pueda darse progresivamente el crecimiento integral, en apertura a la novedad de Dios en nuestras vidas.
(Extracto tomado de la Ratio Institutionis, Págs. 121-123)
1 Cf. CENCINI A., El árbol de la vida, hacia un modelo de formación inicial y permanente, Ed. San Pablo, Colección Sígueme 13, Madrid, España, 2005, pág. 150